martes, 21 de agosto de 2012

Lázaro está a la puerta

Adaptado de www.fraynelson.com

En Lc 16,25 leemos como Abraham le dice al rico: “…recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento”. ¿Por qué le dice esto? En las siguientes líneas trataremos de descubrirlo.

Evangelio según San Lucas Capítulo 16, 19-25

19 Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. 20 A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, 21 que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. 22 El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. 23 En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24 Entonces exclamó: "Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan". 25 "Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.

Quién era el rico
Dice en el versículo 19: “un rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes…”
Para empezar podemos entender que se trata de una persona con sus necesidades cubiertas. El rico estaba satisfecho. Era un hombre que se vestía bien y comía bien, pero lo que no dice es si las riquezas eran mal habidas, no se hace mención de ello. Por lo visto entonces, como primera pista, el dinero de ese rico no es el tema de esta parábola. He aquí que se muere y entonces, va a los últimos infiernos.

¿Por qué el rico va a los infiernos?
¿Por rico? ¿Por vestirse bien? ¿Por comer bien? No es por eso.
Hay un delito en el código penal que se llama enriquecimiento ilícito, y aquí vale la pena preguntarse, no si fue lícita la manera de enriquecerse, sino si es lícito conservar las riquezas, tantas riquezas, con tantos Lázaros alrededor. Porque lo que hace ilícita la riqueza de este rico, no es la manera de conseguirla, sino la manera de gastarla, ese pensar sólo para sí mismo, solo en él. El rico tiene que ir al castigo eterno porque a su puerta estuvo echado un mendigo, que se llamaba Lázaro y mientras él estaba cubierto de púrpura y de lino, Lázaro estaba cubierto de llagas; y mientras el rico se alimentaba espléndidamente, Lázaro no recibía ni las sobras; y este rico no tuvo ojos para ver al pobre que estaba a su puerta. El grave problema está ahí.

La mirada de Dios para el desvalido
Pero qué distinta es la mirada de Dios. Mientras que este rico no tiene ni tiempo, ni ojos ni corazón para ver al pobre; la mirada de Dios, que está en los ojos de Cristo, y la Palabra de Dios, que está en su voz, tiene un parecer muy diferente. Para este rico Lázaro no existe, para Dios el que existe es Lázaro, y el rico no tiene ni siquiera nombre en este pasaje, ¿se dio cuenta de ese detalle? Jesús predica, y en su predicación este pobre tiene nombre, se llama Lázaro, el otro es un hombre rico; de manera que si el rico no quería mirar al pobre y no quería nombrarlo, Jesús no quiere mirar al rico y tampoco lo nombra.

Dios es justo
Y el tema de la condenación del rico no es: “Puesto que tú te la pasaste muy bien y disfrutando en la vida, ahora entonces: ‘a la hoguera directo’", no. Como tampoco hay una ley automática que diga: “Puesto que tú sufriste, ahora a gozar”. Cristo no está diciendo eso; ni tampoco que en el cielo las cosas serán todo lo contrario o lo opuesto de como son en esta tierra, el rico, pobre y el pobre, rico. Esa no es la enseñanza.
Más bien parece que la enseñanza es: “acuérdate, tú, rico, que no tienes nombre; tú que no tienes rostro ante Dios, así como el pobre no tenía rostro ante ti, acuérdate tú que tus bienes eran para ti solamente y que tus males eran para Lázaro"; "hasta los perros iban lamer sus llagas" dice el versículo 21. No tenía alimento que recibir, pero si tenía perros que le lamieran las llagas, los perros de la casa del rico.

Corazón de piedra
De modo que el sentido parece ser: “Puesto que viviste sólo para ti mismo, y no te dabas cuenta ni del mal que te rodeaba, ni del mal que tú producías, mira cómo ahora cae sobre tu cabeza lo que tú has hecho, mira cómo pesa sobre ti el mal que nunca quisiste mirar”. La condenación no es por ser rico, sino por ser indolente, por ser indiferente, por tener corazón de piedra, por no tener una mirada para con su hermano, y por no caer en la cuenta de que cuando quiero acaparar todos los bienes para mí, les estoy dejando todos los males a mis hermanos. El que no quiere sufrir nada en esta tierra, el que en todo quiere gozar, de alguna manera le deja a sus hermanos, a sus prójimos, los males.
“Pues bien, todo ese mal del que tú has pretendido huir, esa es tu herencia para la eternidad”, eso es lo que parece decirle Abraham a este rico.

¿Por qué Abraham llama ‘hijo mío’ al rico?
Recordemos que esta parábola la dirigió Jesús a los fariseos (Lc 19,19). Y el gran orgullo del fariseo era ser hijo de Abraham, pero Cristo les da a entender que aún siendo hijos de Abraham, igual pueden caer en el infierno; no será la filiación la que los salve de ese destino. Aquellos que está ávidos de bienes, si en el fondo no tienen un corazón compasivo, pueden llamarse si quieren hijos de Abraham, pero deben saber que en el infierno igual estarán si no cambian su corazón. Ese es el mensaje también para nosotros que nos decimos cristianos bautizados convertidos.

¿Por qué Lázaro se va al cielo?
En el versículos 22 dice: “…El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”.
¿Qué hizo Lázaro para salvarse? ¿Haberse resignado a sufrir como mendigo? ¿Será que la enseñanza del evangelio es: "Resígnense que siempre habrá ricos, hijos míos, y siempre estarán vosotros los pobres; pero un día vosotros los pobres iréis al seno de Abraham"?
Hay que responder de dos maneras: lo primero es que en esta parábola, el mensaje es fundamentalmente para los fariseos, el centro de esta parábola es para ellos. Por ello, el diálogo se sostiene entre el rico, que no tiene ni nombre ni cara, y Abraham, que habla en nombre de Dios. Lo segundo es nótese que Lázaro no interviene, se lo llevan los ángeles, está en el seno de Abraham y no dice nada. Abraham es quien habla. Aunque aparezca el nombre de Lázaro, es un personaje secundario en esta historia y por lo tanto no se nos dice que sentía o pensaba, si tenía grandes o poquitos méritos, es un personaje secundario. Por ello, no podemos responder esta pregunta ni nos ayuda mucho identificarnos con el personaje como pobres víctimas sufrientes en esta vida.

El centro de la parábola
Lo que interesa y es además lo central en esta parábola, es que veamos porqué este rico cae en el sufrimiento apartado de Dios para siempre; eso es lo que quiere Cristo que veamos.

No se trata de ponernos de lado de Lázaro para tomar venganza de ese rico, sino que veamos, si nosotros mismos no tendremos algo de esa dureza de alma. En realidad lo que Cristo quiere es que nosotros nos preguntemos, si no habrá algún Lázaro a la puerta de nuestras vidas, eso es lo importante. El interés no es que uno se identifique con Lázaro, sino qué tanto tiene uno de ése rico, que no tenía ni siquiera nombre. La preocupación de Cristo es que uno descubra qué tanto tiene de la indolencia, de las aspiraciones, de las codicias, de los egoísmos de este rico por las cuales cae en las llamas del infierno. Ese es el interés de Él.

No confundir
Cristo tampoco está diciendo que el que no se defienda, el que se quede callado ése es el que se salva, no, porque hay gente en la historia de la vida que ha alegado bastante y se ha salvado. No necesariamente por callado se salva uno. Es posible que aún defendiéndose de las injusticias, ejerciendo la legítima defensa, uno llegue a salvarse. San Esteban, por ejemplo, el primer mártir, era una persona que alegaba, se defendía y no se dejaba; y volvía y decía cosas, lo estaban azotando y tirándole piedras y no se quedaba callado. Alegaba que parecía un abogado. La enseñanza de la parábola no es: el que se calla, ese es el que se salva, no; porque la parábola no nos está contando cómo se salva uno, sino cuál es el riesgo de condenarse que uno tiene.

Conclusión
Para finalizar, debemos pues reflexionar que aquel que se siente satisfecho, esta en mayor peligro de estar produciendo y consumiendo solo para esta tierra y esta vida; y ese poco o nada, seguramente, tendrá de amistad con Dios.

¿Cuál es el Lázaro que está de pronto a mi puerta? ¿Quién es el que me ha pedido ayuda y al que yo no he atendido? ¿Cuáles son esas actividades o lecturas, o amistades, o afectos o alimentos, en los que de tal manera me gozo, que me vuelven ciego a las necesidades de mis hermanos?

Dios nos ilumine y ayude a nacer de nuevo


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